Socialización

Cuando adoptamos un cachorrito somos concientes de que es nuestra responsabilidad hacernos cargo de su alimentación, paseos, que viva en un lugar resguardado del frío y el calor, que no le falte cariño… pero pensemos que una vez llega a casa les queda mucho mundo por descubrir y es nuestra responsabilidad presentárselo de una forma adecuada para que se convierta en un adulto equilibrado.


Existe un período crítico de socialización entre
las 4 y las 16 semanas, denominado así por la importancia que tendrán las vivencias en este periodo y lo que le marcarán a lo largo de su vida. Si durante esta etapa se le presentan estímulos de una forma adecuada, los asimilará sin problemas, de lo contrario estos mismos estímulos le crearian miedos muy intensos en su etapa adulta.


Puesto que es un perrito que ha tenido muy pocas experiencias y que le queda todavía mucho mundo por descubrir, deberemos irle presentando poco a poco las novedades. Si vivimos en una ciudad con mucho trafico, gente por la calle, perros, bicicletas, cogemos el ascensor para subir a casa, pasamos el aspirador… todo esto son novedades que probablemente el cachorro nunca antes haya visto, y se los debemos mostrar uno a uno, sin prisas, mostrando actitud tranquila y asegurándonos de que no le presentamos un nuevo estímulo hasta que el perrito se sienta a gusto con el anterior.


Por ejemplo: si pretendemos bajarlo en ascensor para llevarlo a la calle a dar un paseo, no es aconsejable hacerlo todo el mismo día. Es preferible dejar el ascensor parado con la puerta abierta para que él mismo pueda explorar ese “nuevo entorno”, una vez lo conozca y se sienta agusto procedemos a cerrar las puertas un ratito, una vez esté cómodo con esto bajamos un piso, una vez podamos bajar y subir estando el perro relajado le abrimos la puerta del ascensor y dejamos que explore la portería… y así sucesivamente hasta lograr que al bajar al perro en ascensor a la calle absolutamente nada de este proceso le produzca miedo.


Al principio debemos tener mucha paciencia para irle presentando el nuevo entorno en el que va a vivir, pero todo este trabajo se ve recompensado cuando de adulto disponemos de un perro sin miedos, equilibrado y feliz.

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