La importancia de la impronta canina


Si un perro se pelea constantemente con otros perros, si muestra miedo o inseguridad, si no se relaciona con humanos adecuadamente, si muerde a los niños son causas de que ha recibido una impronta deficiente, pero… ¿que es la impronta?

El concepto que engloba a esta palabreja tiene su nacimiento entre el 1935 y el 1950,
 de la mano de Konrad Lorenz quién descubrió el fenómeno de la impronta. Observó como los patitos que nacían en su jardín de Altenberg lo tomaban como “madre pata” siguiéndolo a todas partes. De esta manera constató que dichos animales nacen con una predisposición a considerar como “madre” al primer animal que vea después de nacer o incluso a un objeto y posea cierta movilidad, siguiéndolo incluso en su etapa adulta. Dicha programación genética facilita la protección de las crías por parte de los progenitores, ya que siempre los tienen cerca. Así pues, como impronta se define “la más temprana y duradera forma de aprendizaje, que hace que el animal se identifique como miembro de una especie tomando como modelo a otro ser vivo o bien un objeto con cierta movilidad, aprendiendo de él mediante observación y imitación”




Este estudio realizado en patos se extiende al mundo canino en lo que conocemos como etapa de socialización, en la que los cachorros se relacionan con miembros de su misma especie y de otras, este aprendizaje es importantísimo ya que quedará grabado durante el resto de su vida. Dicha socialización es muy importante realizarla durante el período crítico de la vida de un cachorro, que dura aproximadamente hasta los cuatro meses, ya que una reducida exposición a estímulos durante esta etapa produce un efecto profundo sobre el comportamiento del animal en la edad adulta, generando miedos e inseguridades.




Cuando la impronta es suficiente los perros se relacionan con otros congéneres sin ningún tipo de problema y entienden el lenguaje canino, lo que ahorra numerosos problemas de convivencia; cuando la impronta es insuficiente los perros muestran miedo hacia miembros de su misma especie, o de la especie humana, traducido en muchos casos como agresividad.

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